En mi familia tenemos la costumbre de aprovechar las vacaciones de marzo – abril, parte de las actividades que realizamos es conocer un nuevo lugar cada año, recuerdo con mucho cariño el viaje de hace dos años, hicimos una excursión al parque ecológico del ixta – popo, lugar conocido por su llamativa vegetación y cascadas con agua cristalina.
Aquel día me levanté muy temprano, me vestí con mi ropa favorita, puesto que me gusta mucho el color verde. Tuvimos que salir muy temprano de mi comunidad Domingo Arenas pues el viaje es de dos horas, pero no es porque este muy lejos de casa, la razón es que el trayecto esta lleno de curvas y además se debe subir durante una hora por un camino de terracería, pero aún así la vista esta llena de campos verdes, las montañas y pueblos pintorescos.
Aquel día mi mamá me dio un regaño por mi falta de paciencia, pues me enojé porque ella tardó en comprar comida para el viaje en el mercado de Huejotzingo, en el que adquirió comida que a mi no me gusta como las “carnitas”, aguacates, carne asada y nopales, recuerdo que solo comí tacos de queso; entonces yo hice una rabieta porque quería que mi madre cocinara hamburguesas.
Mi madre estuvo molesta durante todo el camino, yo solo me sentí culpable porque ella estaba de muy buen humor antes de nuestra discusión, actitud que es muy extraña en ella puesto que siempre grita y es poco tolerante; en fin, eso no fue la parte más pesada de mi mañana pues me desanimé bastante cuando empezamos a subir la montaña, pues una extensa parte del bosque se encontraba en cenizas, entonces me puse muy triste y casi lloro pero mi mamá me abrazó y me dijo que por cada persona que causa daño a nuestro ambiente, hay muchas otras que trabajan en restaurarlo y conservarlo, y tuvo razón pues metros adelante encontramos una reserva con arboles medianos en muy buen estado que daban claras señales de estar en cuidado.
Me gustó ir escuchando música de mi agrado mientras contemplaba lo genial y hermoso del paisaje verde, lleno de vida y me hizo reflexionar sobre la importancia de cuidar nuestro entorno, puesto que donde vivo aún hay este tipo de ambientes: caminos llenos de arboles y brisas refrescantes.
Cuando llegamos a la zona para acampar, me puse a jugar con mi perrito poodle por el extenso lugar, como dije anteriormente a la hora de comida solo me limité a consumir tacos de queso. Tuvimos una lluvia de media hora algo fuerte, pero esto fue para mí apreciable, porque recuerdo muy bien el olor a tierra mojada y las gotas en las hojas de los árboles y como el agua se incorporaba al río, y esto me hizo pensar en el ciclo del agua y como los libros mencionan que es en las montañas donde este comienza, y yo estaba ahí presenciándolo.
Llegando la tarde partimos de ese lugar y llegamos a casa entrando la tarde.
Sin duda es un lugar que quiero volver a visitar pero el año pasado no tuve la oportunidad de ir por la alta actividad volcánica que se estaba presentando y este año por la contingencia sanitaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario